Dentro de las herencias que la administración Luis Pérez le dejó a la actual, se encuentra la ampliación, rectificación y obras complementarias (sendero peatonal, ciclovía e iluminación) de la vía departamental –qué pena seguirla llamando atajo– que de Carabanchel va hasta el puente de La María, aquí mismo en El Retiro.
Este proyecto, denominado Obra 300, con una longitud de apenas 2.6 km, que se debió haber entregado a la comunidad en septiembre de 2019 (plazo anunciado a los cuatro vientos en enorme valla, hoy venida a tierra), tuvo un parto complicado, porque vino de nalgas, gracias al tira y encoge del diseño, a un cobro de valorización que se hace efectivo desde septiembre 2018 y que solamente cobijó a los que estamos en el área de influencia, o sea que dejó por fuera a los también beneficiados pero que viven “más allacito”. También de una demorada compra de fajas de tierra por parte del municipio y del poco compromiso mostrado por la Alcaldía, tanto la saliente como la entrante de El Retiro, llamada a hacerse sentir, porque al fin y al cabo la obra se ejecuta en su propia casa, y los hasta ahora perjudicados hacemos parte de su nómina de habitantes y contribuyentes.
Así las cosas, ajustamos dos años de un proyecto que sigue en el papel, en los cumplidos cobros mensuales de valorización (excepto tres meses por aquello de la pandemia) de quienes optamos por pagar por club, y en la indiferencia de la administración local. Mientras tanto, se siguen deshilachando las cintas amarillas de precaución puestas por el contratista. Se sigue deteriorando el parcheo de los huecos, también fina atención del contratista con la comunidad, porque “qué pena con esa gente”.
Lo único esperanzador es que germine la amable visita que a finales del año pasado nos hicieron funcionarios del Departamento de Valorización Departamental, con su directora a bordo.