Los llamados millennials, esa generación nacida entre los años ochenta y los noventa, han descubierto los pasatiempos de sus abuelos. Cada vez surgen más grupos en internet que comparten el interés por resolver un crucigrama, intercambiar nuevas puntadas para tejer, enmarcar cuadros y escribir cartas (sí, a mano, como las de antes). Labores tradicionales como caligrafía, carpintería o, incluso, llevar su propio huerto han revivido con pasión.
Llama la atención que, según un estudio publicado por el diario The Independent, en una encuesta que hicieron a dos mil personas entre los 20 y los 35 años, la gran mayoría dice haber aprendido alguna de estas habilidades a través de su papá, mientras que un 17 por ciento reconoce que ha acudido a videos en internet para aprender nuevas técnicas. Tal cual como corresponde a este grupo demográfico que está totalmente familiarizado con las tecnologías digitales.
El hecho es que esta generación está demostrando algo que ya se sabía y que no deja de ser valioso: que las manualidades tienen efectos terapéuticos para quienes la practican. Que desarrollan habilidades motrices, estimulan la concentración y generan espacios de relajación y meditación. Durante los pasados Juegos Olímpicos de Japón, por ejemplo, llamó mucho la atención ver en las pantallas de televisión a Tom Daley, medallista de oro en el equipo de clavados de Gran Bretaña, tejiendo durante los descansos. Como él, muchos encuentran liberador el dedicar parte de su tiempo a desconectarse de esta forma.
En un artículo reciente del New York Times se podía leer sobre la cantidad de jóvenes que se dedican a resolver crucigramas, no sólo los domingos, cuando la mayoría de periódicos suelen publicar este pasatiempo, sino a diario. Tienen organizados en internet cientos de grupos en los que se dan consejos, compiten y se animan mutuamente, hay podcasts que hablan del tema e incluso canales de Twitch en los que se puede ver a gente en directo buscando la palabra correcta.
Se trata de una combinación esperanzadora: habilidades artesanas que se creía que iban a quedar en desuso fusionadas con las nuevas formas de socializar y aprender que ofrecen las tecnologías. Siendo justos, hay que reconocer que esta es una forma de interactuar de manera contemporánea rescatando aficiones del pasado que de alguna forma se han transmitido en casa. Por eso, en lugar de demonizar todo lo que proviene de las plataformas digitales, podemos asistir a un ejercicio de armonía entre las costumbres de abuelos, padres y nietos. Pura ideología 5.0 aplicada: la interacción entre una maquinaria cada vez más fuerte y exacta y el potencial único y creativo del ser humano