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Rafael Isaza
Columnista

Rafael Isaza

Publicado

La Navidad

Por rafael isaza gonzález

rafaelisazag@une.net.co

Amable lector. Las personas mayores en esta navidad añorarán las de antaño. A partir del 16 de diciembre todo giraba alrededor del pesebre, con olor a musgo, alumbrado con velitas de colores y la novena al anochecer.

Las imágenes de San José, la Virgen y la cuna, esperando el nacimiento del Niño Dios y los pastores, cuidando las ovejas. La natilla, el manjar blanco, los buñuelos, las hojuelas y la miel rociada con azahares de naranjos; todo era abundante.

De niños, nadie tenía problemas, todos eran felices y el futuro no existía. En diciembre había más sol y en las noches las estrellas parecían estar más cerca de la tierra.

Un poco más tarde, los jóvenes soñaban con muchas cosas. Algunos en cambiar a un mundo más amable y menos desigual. En las navidades de antes y en las presentes, hay algo que es difícil de comprender y mucho más de explicar. Son como un bálsamo, que mitiga las penas y los momentos amargos, tan frecuentes en los seres humanos.

Los mayores que aun están presentes experimentarán sentimientos encontrados. La alegría de antes se confundirá con la tristeza de saber que los seres más queridos: padres, tíos, hermanos y amigos, partieron a la eternidad.

En la navidad de 2021 hay más de un motivo para reflexionar. Pocos comprenden que la sabiduría que no se encuentra en el internet ni en muchos otros avances de la humanidad está en las personas llamadas, con frecuencia, viejas. Gracias a sus caídas, a su volver a levantarse, a sus equivocaciones y a su saber rectificar, son la mejor brújula para que otros puedan transitar por el tortuoso camino de la vida.

Ahora, con los afanes de la gente, el ruido estridente de los parlantes, el tráfico de vehículos que avanza con gran dificultad, es probable que muchos no sean conscientes de los hechos casi sobrenaturales que han ocurrido recientemente. El primero, que la firma Mapfre cancelará una suma considerable por el siniestro de Hidroituango, el único triste es el alcalde Quintero. El segundo es el incremento del salario mínimo en un 10 %, que proporcionará mayor bienestar a los más desprotegidos.

Quien propició estos milagros no fue Petro, fue Duque. Ojalá la gente comprenda que el único camino cierto para superar la pobreza es el ahorro, que se convierte en empresas y estas, en dar trabajo digno.

Estas navidades, a pesar del bullicio, los apuros y los sentimientos de gozo, hay una sombra que gravita sobre Colombia: caer en las garras de la izquierda radical, tal como ocurrió en Venezuela, Bolivia y Perú, y es probable que mañana también en Chile.

Que Dios nos ayude a no entrar en el túnel del comunismo, del cual es casi imposible salir 

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