Por Luis Fernando Álvarez J.
La humanidad no volverá a ser la misma. Sus formas de comunicación, de planeación, de administración y control, estarán necesariamente impregnadas por los grandes avances tecnológicos, en especial en materia de comunicaciones, integración e inclusión social. Como lo afirman los expertos, la pandemia del Covid obligó a los seres humanos a acelerar procesos que ya venían en marcha. Se impondrán el trabajo en línea, el cierre de oficinas físicas, las juntas mediante videollamadas, la medición de la productividad a través de plataformas, la realización virtual de actividades repetitivas como teatros, cines, una mayor apreciación de lo natural, con soluciones tecnológicas, el manejo especializado de datos personales, la reducción de la fuerza laboral, el manejo de los hogares a través de A.I., la educación adaptativa, la escogencia de personas preparadas para oficios determinados, aún sin título universitario, crecimiento del comercio en línea, cierre de tiendas y centros comerciales, implementación de nuevos modelos de información y noticias por suscripción con más transparencia y contenido. La educación, la salud, la energía, la seguridad, la política, la destrucción de la clase media, serán temas para los cuales habrá que desarrollar soluciones por parte de empresas tecnológicas. En conclusión, la innovación, la tecnología, lo natural y el pensamiento lateral son la base de la nueva realidad.
Dentro de este marco, los analistas deben preguntarse, cómo se desarrollará la forma de hacer política y de ejercer el poder. Las transformaciones están llegando y los actores deben adaptarse o correr el riesgo de salir. Las medidas adoptadas por grandes redes sociales de vínculos virtuales como Twitter para aislar los mensajes del presidente Trump e impedir una mayor difusión de sus ideas contrarias al modelo democrático tradicional y la forma como Parler, la red favorita de los conservadores, se volvió inaccesible después que Amazon dejara de dar alojamiento en sus servidores ante la proliferación de mensajes violentos, son una clara muestra de lo que está por venir. Hace rato, en el quehacer de la política, la plaza pública y las arengas populares fueron desplazadas, a partir de la pandemia las extensas sesiones con amplios debates sobre decisiones, ejecuciones y control, también están por desaparecer. El político del futuro deberá fundamentar su éxito en el conocimiento del manejo adecuado de las redes sociales, los nuevos electores serán menos románticos. No bastará con utilizar las redes para enviar mensajes esperanzadores; para causar impacto, los textos deberán ser precisos, claros, contundentes y contener en su propio interior soluciones a las expectativas planteadas. Todo dependerá del manejo de las redes, del respeto por el habeas data y la legislación sobre derechos a la privacidad. Donde no exista claridad sobre este respecto, es posible que el gobierno surja de manera autoritaria y se ejerza de igual manera. Las grandes plataformas tendrán la palabra, de ellas dependerá el ejercicio del poder a través de una nueva tecnocracia informática. Quien tenga la información y las facilidades de acceso, control e implementación, tendrá una mayor cantidad de poder