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La nueva vacuna

Por Fernando velásquez

fernandovelasquez55@gmail.com

Transcurridas apenas unas semanas desde la sanción del Acto Legislativo 01 de 2020 en materia de prisión perpetua revisable para homicidas y violadores de menores, ahora –como el maná bíblico– proliferan proyectos mediante los cuales se busca extender esa sanción cruel, inhumana y degradante, a otros delitos como los mal llamados feminicidios (Proyecto de Acto Legislativo 010 de 2020, impulsado por la senadora Esperanza Andrade Serrano y un buen corro de “padres de la Patria”) y el “narcotráfico” (que, en medio de balbuceos académicos, jalona el representante Edwin Gilberto Ballesteros Archila).

Y ello sucede sin que aún se pronuncie la Corte Constitucional sobre las demandas entabladas contra esa pedestre sustitución de la Constitución; no obstante, este último organismo mediante la proyectada Sentencia C-047 de 2020 (catorce de septiembre), cuyo comunicado acaba de ser conocido, declaró constitucional –de forma condicionada– parte del texto del art. 219C del Código Penal. Esa disposición, recuérdese, prevé una “inhabilidad” para el desempeño de cargos, oficios o profesiones que involucre a los autores de delitos sexuales contra menores; por tal razón, dijo el Comunicado Nº 39, esa sanción debe sujetarse a los límites temporales previstos en el Código Penal, so pena de desconocer la prohibición de penas imprescriptibles (artículo 28 constitucional). Además, ella no resiste el test de proporcionalidad porque prevé una “inhabilidad amplia y definitiva”, que imposibilita ejercer esos cargos y “anula cualquier mecanismo para evaluar la idoneidad del condenado”.

Ello, sin duda, constituye un precedente de interés para el debate próximo, aunque no mucha atención deparó el Salvamento de Voto del magistrado Luis Javier Moreno Ortiz, quien, según el resumen conocido, sí abordó el tema desde la perspectiva de la reciente reforma al artículo 34. Y esa discusión es relevante porque, si se tiene en cuenta la bandera izada por la clase política, muy pronto ese festival de penas “perpetuas” revisables va a multiplicarse más y habrá un listado de figuras para las cuales procederá tal dispositivo. Piénsese, en delitos como: concierto para delinquir, lavado de activos (que, por cierto, tiene previstas penas que en algunos casos sobrepasan los 118 años), el tráfico de menores (que puede llegar hasta noventa años), genocidio, discriminación, secuestro, desaparición forzada y reclutamiento de menores, etc.

Eso sí, ese instrumento no se va a traer para castigar los actuales actos de corrupción generalizada, como sucede en materia de celebración indebida de contratos en sus diversas modalidades, hurto de bienes del Estado, peculado, cohecho, concusión, prevaricato –figura ahora destinada a disciplinar, a punta de penas, a los jueces de inferior categoría que no respetan el “precedente jurisprudencial”, decretado por los “sabios” de la pirámide judicial–, abuso de autoridad, etc. ¡Ellos no son tan torpes como para autoflagelarse!

Así las cosas, mientras los científicos compiten en franca lid por encontrar la fórmula que salve muchas vidas, en medio de esta carrera demencial a la que está abocado el planeta con ocasión de la irrupción del covid 19, también los dirigentes políticos nativos concursan (sin lavarse bien las manos, usar alcohol, careta o tapabocas, aunque algunos sí suelen utilizar este último adminículo como babero) para hallar la cura contra su ausencia de sensibilidad social, falta de respeto y transparencia, etc. Y lo lograron: para ellos la cadena perpetua es un expediente maravilloso que les permite “cortar orejas” en la plaza (máxime si ya no hay corridas de toros) y certificarse, con lujo de detalles, ante el mundo entero como campeones de la demagogia y el populismo punitivo.

Por supuesto, también podrán serán distinguidos como próceres de la Patria por las competencias observadas al encontrar la vacuna contra el delito, porque se lo han ganado: son encomiables su imaginación y las herramientas utilizadas para relegitimarse en los próximos certámenes electorales, a partir de las cuales vuelven sus abulias en triunfos. En fin, queda claro, ahora el nuevo tratamiento contra todos los males del país se llama: ¡Cadena perpetua revisable!.

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