Que los clásicos literarios sean un deber escolar, una imposición con la que batallan año tras año millones de estudiantes es quizás la causa principal de su mala fama de largos, aburridos, complicados, ajenos a las circunstancias actuales. Muy pocos de nosotros tuvimos profesores similares al personaje de Robin Williams en La sociedad de los poetas muertos. A los alumnos o no les preguntan qué quieren leer, ni se les explica por qué. Los programas vienen de un ministerio o de una junta escolar donde se elabora una lista que más que estar orientada hacia que el niño o el joven ame la lectura, está hecha para dejar en papel que se le dio una cantidad de material. Si entendió, si asimiló, y sobre todo sí pensó y cómo se desarrolló ese pensamiento...