De verdad pensé que por primera vez mi voto ganaría en las urnas. No estaba tan convencido como el presidente Santos, pero sí creía que el domingo pasado, al terminar la tarde, tendría algo que celebrar. Pero apenas empecé a escuchar el conteo de votos, la cercanía entre el Sí y el No, mi certeza empezó a extinguirse tan rápidamente como “dos peces de hielo en un whisky on the rocks”, diría Sabina. Esta vez también perdería, fue lo que pensé con tristeza.
Por lo visto perder en asuntos políticos es lo mío. Siempre elijo el candidato que no gana, la propuesta fallida, la ilusión que será pisoteada. ¿Qué me consuela? Que siempre voto a conciencia, sin necesidad de encuestas ni de trucos macabros que insinúan que hay que votar por el menos malo...