Mientras que en el pasado se consideraba que era un error que los niños fueran precoces, hoy por el contrario se les alienta en muchas formas a “madurar biches”. Cada vez hay más experiencias inapropiadas en las que se alienta a participar a los menores y con ellas no sólo se afecta su formación, sino que se reduce al mínimo su infancia, esa etapa que se supone ser la más inolvidable de la vida.
Un ejemplo patético de esto son las “minitecas” y “chiquitecas” con que se animan ahora muchas fiestas supuestamente infantiles. Allí los menores, en lugar gozar con rifas, mago o payasos, experimentan el frenesí de la música tecno, baile con espumas, lluvia de colores y aturdidores sonidos, bajo la dirección de un disjockey.
Además del impacto sensorial...