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Entre la vanidad y la autoestima hay enorme diferencia. La primera implica vacuidad, negación de la realidad. La autoestima, en cambio, es la valoración positiva, legítima, realista y razonable. Quiero entender que si el eminente sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos critica el triunfalismo y la vanidad que “en parte, es un disfraz, una manera de disfrazar los problemas que tiene la ciudad”, no se refiere a la gente en general, no habla de un rasgo caracterológico de todos los paisas, sino de una deformación particular instituida y publicitada por algunos gobernantes, administradores o burócratas.
No conozco al primer vecino y natural de Medellín que niegue, disfrace o maquille la realidad o desconozca los problemas...