Toda guerra es trágica. Cada muerte de un civil es un mundo perdido. Sin embargo, cuando el discurso legal se aplica a una guerra, la terminología legal, los conceptos y las conclusiones resultantes deben implementarse con precisión.
Un error común en la percepción pública en relación con la ley aplicable a los conflictos armados, es cuando se refiere al término “proporcionalidad”. Particularmente, es el argumento de que el uso proporcional de la fuerza es un juego de números, que solo hay que comparar el número de víctimas en cada lado del conflicto para deducir qué lado utilizó la fuerza de manera desproporcionada. Desde un punto de vista jurídico, esta noción es completamente defectuosa y, de hecho, ilógica. Si esto hubiera sido cierto, muchas operaciones de la Otan habrían sido culpables de ser desproporcionadas e ilegales.
El principio universalmente aceptado de proporcionalidad se define como la obligación de abstenerse de “todo ataque que pueda preverse que causará pérdidas o lesiones incidentales a civiles, o daños a bienes de carácter civil, que serían excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista”.
Pero, pasando de la teoría a la práctica, ¿cómo se ve afectado el principio de proporcionalidad cuando, en lugar de proteger a sus civiles, Hamás lleva a cabo intencionalmente su actividad militar desde zonas densamente pobladas? Para ser más concretos, ¿cómo se espera que Israel proteja sus principales ciudades de los cohetes de Hamás, cuando estos cohetes se desarrollan, construyen y lanzan desde dentro de la población civil de Gaza? Hamás está cometiendo un doble crimen de guerra: pone en peligro a los civiles israelíes al atacarlos y pone en peligro a los civiles de Gaza utilizándolos como escudos humanos.
¿Qué exige el derecho internacional que haga Israel, un Estado respetuoso de la ley, cuando se enfrenta a las tácticas ilegales de Hamás contra el pueblo de Gaza y los civiles israelíes?
La Ley de Conflictos Armados establece claramente que cuando la presencia civil se utiliza para proteger objetivos militares de ataques, esa presencia no otorga inmunidad al objetivo.
A pesar del flagrante desprecio de Hamás por la ley o el bienestar de sus ciudadanos, Israel hace todo lo posible para prevenir o al menos minimizar el daño a la población civil palestina, a menudo a costa de ventajas operativas. Al hacerlo, Israel emplea precauciones que exceden los requisitos del derecho internacional, así como las prácticas comúnmente empleadas por los ejércitos avanzados de los estados occidentales. Luchar contra un enemigo que abusa deliberadamente del derecho de los conflictos armados de la manera más cínica plantea graves desafíos a los soldados israelíes. No obstante, los comandantes israelíes aplican estrictamente el derecho internacional, incluido el principio de proporcionalidad en toda acción militar.
Para concluir, hay que preguntarse por qué Hamás utiliza a su propia población como escudos humanos. La respuesta nos lleva de nuevo al principio de este artículo: la comprensión errónea del concepto de proporcionalidad y la reacción instintiva que ignora la pregunta de quién puso en peligro a los civiles de Gaza en primer lugar. En otras palabras, Hamás no paga ningún precio por sus crímenes de guerra contra sus propios civiles y, de hecho, a menudo es a Israel a quien se culpa injustamente. Esta situación constituye un incentivo para que Hamás continúe con sus prácticas atroces
* Abogada, Directora de Asuntos Económicos de América Latina, el Caribe y África del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel.
