Los medios se inundan con la sonrisa amarilla de Egan. Un paliativo en medio del dolor de las dramáticas noticias de primera plana: la matanza continua de líderes sociales, el escándalo de corrupción de la IV Brigada del Ejército en Medellín, el min Trabajo diciendo que no sabe por qué el desempleo está tan alto y que el gobierno no sabe qué hacer frente a ello (!), Uribe proponiendo más pauperización del trabajo: por horas y por días, el ‘paguito’ que tendremos que hacer a Odebrecht de más de 1 billón de pesos con dineros públicos. En medio de un país desbaratado por gentes expertas en causar angustia y dolor, los deportistas (colombianos de bien), entregan a la gente alegrías y orgullos.
¿Cómo convencer a los jóvenes que con gran ilusión se inscribieron en diversas listas políticas para aspirar a cargos por votación popular, que ellos no pueden continuar con las mañas y corruptelas que tienen a este país al borde del abismo? ¿Que cuando sientan en sus manos el poder del poder, no lo “aprovechen” como “su cuarto de hora” para enriquecerse, desangrando al país? ¿Que no se aprovechen de la ignorancia de la gente o de las asquerosas prácticas clientelistas? Pero lo más difícil no es eso; lo más difícil es que ellos, si llegan a donde aspiran, que generalmente llegan con un corazón sano y honesta disposición de servir, aprendan rápidamente a sortear el veneno permanente que les lanzarán las víboras que han hecho de la función pública, su nido y su casa.
¿Y por qué conecto lo uno con lo otro? Porque mientras los politiqueros de oficio y voto popular ocupan cargos de servicio público (aunque realmente muy pocos entienden qué significa la palabra servir) y se les va el trabajo más en deshacer que en hacer, los colombianos desde abajo, y con muy poco apoyo gubernamental (por no decir nada), son los únicos que logran, en tiempos de afugias, rociarnos la vida con un toque de esperanza por un país mejor.
Si los colombianos de a pie son capaces de hacer lo que hacen sin apoyo gubernamental, ¿qué no harían con buenos gobernantes y dirigentes políticos? ¿Gente que de verdad entienda la política como el arte de servir a la gente? ¿Con servidores públicos que le metieran al deporte, al arte y a la cultura plata sin hambre, como se la meten a la guerra?.