Querido Gabriel,
¿Ya leíste la noticia de Hidroituango? ¿Viste que hay alerta naranja ambiental? ¿Cómo fue lo de la multa por comprar empanadas en la calle? ¿Cómo te parece lo de la selección de fútbol femenino? ¿Que Trump se retiró de la cumbre con Norcorea? ¿Guaidó sí pudo entrar a Venezuela? Siento que la dosis de realidad diaria de los colombianos sobrepasa los límites aceptables para la salud. ¿No llegas a veces a tu casa como indigestado, con ganas de leer un texto antiguo donde todos los protagonistas hayan muerto o un poema que no proponga nada y lo sugiera todo? Conversemos del tema, porque es posible que tanta actualidad nos impida observar el pasado con perspectiva, nos esté robando la dicha del presente y se haya vuelto una neblina que bloquea la reflexión sobre el futuro.
Borges dijo que los diarios estaban llenos de noticias insignificantes, que tal vez bastaría con un periódico que se publicara cada 400 o 500 años, para contar noticias como “Ayer Cristóbal Colón descubrió América”. ¿Qué diría él de la información que nos llega continuamente al teléfono, en la forma de una especie de retahíla infinita? A través del celular se mete hasta en nuestra cama, cubre como un velo el paisaje de la ciudad y opaca con su brillo azul los rostros de los amigos. Vivimos en un exceso de presente que nos roba el contexto que necesitamos para comprender el mundo y no nos deja observar desde la distancia debida el curso de la historia.
Por otro lado, alejarnos de la prosaica realidad puede conectarnos con lo más bello de la vida. Por ejemplo, un buen amigo cerró su chat y desde ese momento disfruto más de nuestros encuentros. Si lo quiero contactar debo llamarlo. Se burla cuando contesta: “Para eso lo quité, ¡para oír la voz de mis amigos!”. Antes compartíamos noticias y artículos, ahora compartimos sentimientos y palabras de verdad. Hagamos una tertulia que parta de la hipótesis de que vivir el momento presente es algo completamente distinto a estar sobrecargados de los hechos y noticias del día en el planeta.
Además, algo crucial para nuestro tiempo como imaginar el futuro requiere, como toda creación, cierto vacío. Tenemos que abrirle espacio, en medio del acelere, al país soñado, al mundo posible. Para ello debemos entonces derrocar a esta tirana actualidad. Actualidad viene de acto, y este de ag en indoeropeo que significa conducir, pero sabemos que no todo debe conducir a algo. No puede ser tan difícil aprender que el silencio, el ocio o aquellas cosas que aparentan ser inútiles son esenciales para la vida.
Comparto dos posibilidades, para esta sencilla revolución, y así provocamos la tertulia. La primera es la meditación, la instrospección, que es como tener una conversación sutil con el universo, o con nuestro interior, que son lo mismo. La segunda es promover la buena conversación, diferente al cotilleo, sobre las cosas de las que habla Nuncio Ordine en su libro La utilidad de lo inútil, como “un cuadro, un poema, una sinfonía”. ¿Qué tal llegar a casa y hablar de la simple vida, de lo que pensamos o sentimos al ver esa película, o acerca de ese mundo que se asoma por entre las páginas de aquel libro en el estante?.
* Director de Comfama.