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P. Hernando Uribe
Columnista

P. Hernando Uribe

Publicado

La Transfiguración

Por hernando uribe c., OCD*

hernandouribe@une.net.co

Yo me transfiguro en lo que siento durante todo el día. Como ser dinámico, vivo transfigurándome aun sin darme cuenta. Por lo cual, decido cultivarme para adquirir la figura propia de mi dignidad humana.

Sentimiento viene de sentir, que es reaccionar ante un estímulo. Todo acontecimiento genera en mí un sentimiento según me cultivo, sabiendo que todo sentimiento es una decisión. Decisión conmovedora la de Job (13,15): “Aunque me mates, seguiré confiando en ti”. Como ser vivo, recibo de continuo estímulos a los cuales reacciono, y así me transfiguro.

El salmo octavo dice: “Hiciste al hombre poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies”. Es enorme el compromiso de cultivarme para responder a esta vocación de grandeza ilimitada. La transfiguración abarca la existencia entera, lo que miro, lo que escucho, lo que toco, lo que como, lo que siento y lo que pienso.

El 6 de agosto celebramos la fiesta de la Transfiguración, en que Jesús aparece como el Hijo de Dios. Pedro, Santiago y Juan, testigos de este acontecimiento, no sabiendo cómo hablar de lo indecible, se limitaron a decir con Mateo que el rostro de Jesús “se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz” (Mt 17, 2).

Todo hombre está llamado a participar del acontecimiento de la Transfiguración. Así lo entienden y viven los místicos, como San Juan de la Cruz, según lo podemos constatar en sus versos maravillosos. “Descubre tu presencia / y máteme tu vista y hermosura”. Versos que el mismo poeta comenta así: porque “en aquel mismo punto que la viese sería ella arrebatada a la misma hermosura, y absorta en la misma hermosura, y transformada en la misma hermosura, y ser ella hermosa como la misma hermosura, y abastada y enriquecida como la misma hermosura”.

Mística es la relación de amor del hombre con Dios. Y así, cultivar la vocación mística es disponerse para participar del acontecimiento de la transfiguración, anticipo del cielo en la tierra. Lo que un día le aconteció a Jesús es patrimonio común de la humanidad.

La transfiguración es el acontecimiento de mi vida, y por eso me intereso en cultivarme con esmero. Por mucho que me cultive, estoy llamado a cultivarme siempre más, pues como dice Pascal, el hombre supera infinitamente al hombre. Afirmación que me asusta y me compromete a la vez.

Al transfigurarse, Jesús es Luz de Luz. La lección sublime para el hombre del siglo XXI.

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