El cerebro es tremendamente plástico y el hecho de que tenga unas tendencias no quiere decir que no podamos modificarlo y encauzarlo en un sentido u otro. Con el libro Aporofobia pretendía constatar que existe esa tendencia al rechazo del pobre y que está en nuestro cerebro y es que sabemos que el cerebro es plástico. Que es posible modificarlo si se tiene voluntad de hacerlo, cultivar la tendencia hacia la justicia y la ética.
Lo cierto es que las puertas se cierran ante los inmigrantes pobres, que no tienen que perder más que sus cadenas. También ante los gitanos en barrios marginales y rebuscan en los contenedores, cuando en nuestro país son tan autóctonos como los payos, aunque no pertenezcan a la cultura mayoritaria. El problema no es de...