En Latinoamérica han muerto por causa del covid-19, aproximadamente, un millón doscientas mil personas, y el número de muertos sigue aumentando de la misma manera que las contaminaciones con el virus, disparadas por la aparición de nuevas cepas mucho más contagiosas, como la brasileña, la británica y la sudafricana.
Esta pandemia ha dejado claro que el continente no estaba preparado para enfrentar una crisis de salud de esta magnitud. Sus servicios de salud, sobre todo fuera de las capitales y de las ciudades más desarrolladas, están desactualizados, mal equipados, escasos de personal capacitado y, peor aún, carecen de recursos económicos, o los tienen muy limitados.
Esta situación es mucho más grave en los barrios donde la pobreza y la miseria anidan. Estos lugares sobrepoblados, sin servicios sanitarios, como alcantarillado, agua potable, manejo de basuras apropiado, inclusive sin electricidad, han sido golpeados con furia por el covid-19. Lo peor es que la pandemia creará más pobreza entre sus gentes, muchas de las cuales han perdido sus trabajos y no cuentan con ahorros para su supervivencia.
No en vano varios países latinoamericanos están hoy en la lista de los que han tenido mayor contaminación y más muertos per cápita, en el mundo.
Realmente, ningún país del mundo estaba preparado, ni los más ricos y poderosos, como los Estados Unidos y los países europeos. Esto a pesar de que la posibilidad de que ocurriera una pandemia se discutía permanentemente en foros y en publicaciones médicas importantes. La aparición del Ébola hace unos años y el pánico que causó, debería haber creado una conciencia sobre el peligro que se aproximaba.
Hoy América Latina enfrenta, no solo su falta de preparación sino la indiferencia de los países más ricos hacia la crisis en el área. Ellos están atendiendo prioritariamente las necesidades de sus ciudadanos. Adquirieron: primero, las pruebas indispensables para saber cuántos están contaminados y, ahora, vergonzosamente, han acaparado la mayoría de las vacunas disponibles; mientras que los países menos pudientes están rezagados y con graves problemas para obtener test y vacunas y los medios para comprarlos.
El continente ha tenido una gran dificultad para adquirir vacunas, que están llegando con gotero, con consecuencias aterradoras para la población. “Mientras México, el tercer país en muertes en el mundo, cuenta con poco más de 700.000 dosis, el Reino Unido, quinto país en muertes, dispone de más de 15 millones. Solo Costa Rica, Brasil y Chile alcanzan el promedio de al menos una vacuna administrada por cada 100 habitantes”, (New York Times).
Esta inequidad dejará profundas heridas entre las naciones, pues ha destapado una gran desidia y falta de colaboración en tiempos de crisis. ¡Sálvese quien pueda!