Por Azucena Restrepo Herrera*
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Comprometerse con la equidad en el liderazgo de hombres y mujeres y avanzar en la construcción de un mundo con menos desigualdades de género debe ser hoy un propósito superior en las organizaciones. Si bien nos encontramos en un escenario de mayor participación y acceso a esferas de acción y decisión en ámbitos como la academia, el trabajo, el voto, la representación política o la dirección empresarial, persisten barreras que aún condicionan las oportunidades a las que pueden acceder las mujeres. Las organizaciones debemos trabajar de manera intencionada y decidida en fortalecer la autonomía económica, hacer visible el liderazgo y promover el ingreso, permanencia y ascenso de las mujeres. También podemos generar conciencia sobre las barreras internas y externas que, a nivel empresarial, social y cultural, reproducen estereotipos, asignan roles desiguales, admiten diferencias salariales o reparten de manera inequitativa las cargas del cuidado.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2017; citado Acuales, 2020) en sus ejercicios de caracterización de la posición de las mujeres en América Latina, señala que solo el 21 % de las empresas cuentan con una mujer en su máximo cargo directivo y la brecha salarial de hombres y mujeres es del 21 %. Para el caso de Medellín, la Política Pública de Equidad de Género (2019) concluye que la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 15 %. Esto es, el salario promedio de las mujeres es solo el 85 % del salario de los hombres. A su vez, de acuerdo con el Ranking Par Medellín (2019), que hace una primera fotografía de la realidad de 70 organizaciones antioqueñas, la distribución de las posiciones y los niveles de incidencia de las mujeres y hombres difiere sustancialmente. En las juntas directivas, las mujeres solo representan el 23,3 % y en el primer nivel gerencial alcanzan el 34,1 %. Si se observan los tres niveles más altos de la organización, la representación promedio de las mujeres es del 32,5 %.
Así, en el marco de la agenda global ODS 5, avanzar en la equidad de género no es sólo una responsabilidad de los gobiernos, las organizaciones debemos trabajar en tres dimensiones: (i) Reconocer que existen desigualdades de género y que tenemos una serie de brechas entre hombres y mujeres que se reproducen y se normalizan. Por lo cual, desde la cultura organizacional, se deben evaluar las prácticas y comportamientos cotidianos fundados en sesgos y roles de género. (ii) Fijar objetivos y políticas internas y recolectar datos e información que haga visible la contribución de las mujeres y los retos a los que se enfrentan para consolidar su liderazgo, ascender e incidir en las posiciones de toma de decisiones. (iii) Concretar acciones formales para el cierre de las brechas.
A nivel global se está haciendo un llamado a un mayor cuidado del planeta, a crear nuevos modelos de generación de valor y mayor equidad, a lograr mejor bienestar humano y vidas más equilibradas, a lograr sociedades pacíficas con una mayor tolerancia e inclusión de la diversidad. En todas estas perspectivas, las mujeres tenemos el reto de liderar nuevas propuestas y crear tendencias. Hoy tenemos la mejor educación que hemos logrado en la historia y estamos llamadas a participar en construir una mejor sociedad para todos desde el liderazgo en las organizaciones públicas, sociales, académicas y empresariales .
*Presidenta Ejecutiva Proantioquia
