Por Berna González Harbour
¿Imaginan un saco de harina que ha quedado apelmazado y que deben volcar en un recipiente sólido y estandarizado? No es tan difícil: lo sacudirán lo suficiente y sin contemplaciones, lo golpearán sobre la superficie para que pierda la forma adquirida y acabarán vertiéndolo y apretándolo para ajustarlo en su sitio. No quiero amargarles el desayuno, pero esa acción tan afanosa es lo que nos enseña Ai Weiwei al colar sus cámaras en el mostrador de entrega de cenizas de víctimas...