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Juan David Escobar Valencia
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Juan David Escobar Valencia

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Lo que dicen los gestos

Por Juan David Escobar Valencia - redaccion@elcolombiano.com.co

Microsoft anunció hace unas semanas que, por posibles quejas de discriminación, se retiraba del proyecto de reconocimiento facial que con inteligencia artificial sería capaz de establecer características como la edad y el sexo y hasta inferir el cabello y las emociones de las personas. Pero los humanos seguiremos siendo bendecidos, o maldecidos, por la posibilidad natural de ver e interpretar los gestos de otros, a menos que adoptemos la costumbre de los talibán de envolver a sus mujeres en tela.

No es que no podamos vivir sin ver los gestos de los demás —porque los ciegos son prueba de ello—, pero, sin duda, son una poderosa herramienta para leer y ser leído. Nuestros gestos dicen con más elocuencia que las palabras lo que realmente sentimos. Anuncian, incluso, lo que quisiéramos ocultar, y por eso tal vez resulte más fácil mentir con las palabras que con las expresiones del rostro. A menos que hayas tenido algún tipo de “entrenamiento facial”, como dicen tener los jugadores de Póker; o seas mujer, porque la antropóloga y bióloga Helen Fisher dice que ellas “son mejores para descifrar el tono de voz, leer tu rostro, tu postura y tus gestos”. Yo no puedo asegurarlo, pero como hacen tantas cosas mejor que los hombres, asumo que tiene razón.

Los gestos son esos mensajes fugaces, pero significativos y hasta imborrables que se convierten en el lenguaje universal que el esperanto no pudo ser. Así puedan tener varias interpretaciones, como el gesto de la Monna Lisa, no hay torres de Babel en los gestos. Por eso el mimo Marcel Marceau fue exitoso en cualquier escenario del planeta, porque al replicar los gestos lo que hacía era transmitir las emociones. Por algo la escritora y fotógrafa Eudora Welty decía que: “tomando fotografías de personas en todo tipo de situaciones, aprendí que cada sentimiento espera su gesto”.

Nada más desesperante que interactuar con alguien cuyo rostro parece de mármol, así como decía mi colega Pablo Jaramillo del rostro del jefe de Nikita, la serie televisiva del mismo nombre. No es que no sea molesta la sobreactuación facial de algunos, pero es que cuando estás con alguien que no expresa nada en su rostro, como si hubiera tenido una sobredosis de Botox, te invaden dos preguntas: ¿estará muerto?, ¿se le habrá acabado la cuerda? Si es lo primero, uno no sabe si llamar a la Policía o huir para no quedar involucrado en una investigación criminal. Y si es lo segundo, como uno no sabe de dónde se le da la cuerda, mejor no se atreve a nada por miedo a luego ser denunciado por acoso sexual.

Pero hay que agradecer por los gestos, especialmente los de aquellos a quienes amamos. Decía el poeta musulmán Yalal ad-Din Muhammad Rumi: “Espero con pasión silenciosa por un gesto, por una mirada de ti”.

Encuesta: ¿Sabe cuál es el gesto que ama y el que odia de usted su pareja? 

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