Bienaventurado aquel que goce de un buen apellido, de esos que retumban y hacen que se despliegue cielo y tierra para satisfacer sus necesidades. Al parecer en Colombia, aparte de la ingenua costumbre culturalmente aceptada de catalogar de doctor a toda persona, menos aquel que verdaderamente lo es, hay apellidos de pedigree que exigen condiciones especiales en su manejo. En situaciones laborales, no hay mejor descripción que un refrán de antaño “la manzana nunca cae lejos del árbol”. Al interior del sector financiero, se venera un apellido atractivo, pues seguramente tendrán condiciones económicas superiores al colombiano común y por tanto mejores oportunidades para generar utilidades.
Dentro de la fuerza pública, pareciese que hay instrucción...