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La zona de los embalses de Antioquia, una región que debió cambiar su vocación agrícola para almacenar en sus suelos la materia prima que genera la energía, el agua, necesita una infraestructura vial competente e inversiones en obras más allá de los aportes que para el Malecón de Guatapé y el Parque el Tomatero de El Peñol hizo EPM; inversiones que redistribuyan parte de las billonarias utilidades que obtienen las empresas generadoras, pues las regalías tienen una única destinación: cuidar las cuencas hidrográficas.
La zona de los embalses ha tenido un crecimiento impresionante y se ha convertido en un destino obligado para el turismo nacional e internacional, pero para muchos visitantes el viaje se convierte en una incertidumbre por las kilométricas colas vehiculares y los tiempos excesivos que toma recorrer la vía, pues su estado no es adecuado para el alto tráfico y las fallas geológicas afloran.
Y es que a pesar del esfuerzo del exgobernador Luis Pérez para dar pronta solución, su administración se decidió por una alianza público privada (APP) que construyera un tercer carril a la vía. Infortunadamente no se dio el cierre financiero y solo al final apareció una solución que estaba en los archivos: la continuación en doble calzada de la vía Rionegro–Marinilla que ya tiene tres kilómetros en doble calzada, diseñados y con su respectiva licencia ambiental.
Además, las fajas necesarias para la construcción de esos primeros kilómetros están cedidos por escritura pública. El sitio de partida sería el km 38 de la autopista, en vez del retorno actual el km 42 y que ahorraría 8 km.
Sería innecesario construir (por ahora) un intercambio, ya que la glorieta posibilita tomar la vía Alcaravanes y luego hacia El Peñol; seguiría por la margen derecha del Río Nare, cuya excelente topografía permite un buen diseño geométrico para 70 kph y en menos de 12 minutos llegar a El Peñol.
Se habilitarían hermosas tierras agrícolas y un porcentaje de la inversión se recuperaría mediante el sistema de valorización. Este proyecto cuenta con concepto favorable de Planeación Departamental que estimó un Capex (capital de inversión) de $289 mil millones y el exgobernador Pérez dejó en marcha los estudios y diseños de la vía hasta Guatapé.
Un espejo de agua de un volumen superior a 1.200 millones de m3 y más de 32 kilómetros cuadrados de superficie (el doble del área de Sabaneta), lo han convertido en “el mar de Antioquia” y en un destino obligado por sus atractivos, como los monolitos del Peñol y el Marial, la práctica de deportes acuáticos y la sana recreación.
Y pensar que con menos de la mitad del costo de los soterrados de Medellín ya se hubiese construido ese proyecto. ¡Qué inequidad con las regiones de Antioquia!.
