Por ERIC BOLLING
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Se ha convertido en un hecho deprimente que la política americana está tan polarizada. Eso también es cierto de donde vivimos y trabajamos. Escasamente interactuamos con personas del detestado partido opuesto, excepto tal vez un pariente en el Día de Acción de Gracias.
Desde la inmigración a la impugnación, armas a corrupción, parece que estamos divididos en todos los asuntos. Pero tal vez hay uno que nos puede unir, uno que nace del duelo más profundo de un padre.
Una noche en el 2017, recibí una llamada que todos los padres temen. Mi único hijo, un estudiante, murió después de tomar una pastilla de Xanax mezclada con fentanilo. Su vida se perdió por un tipo de analgésicos llamado opioides.
Tristemente no está solo. En las últimas dos décadas, más de 400.000 americanos han muerto por sobredosis de opioides. La epidemia mata a 130 americanos cada día, según el Centro para el Control de Enfermedades.
Esta es una historia nacional de terror, no sólo un conjunto de estadísticas frías. Sin embargo la causa de muerte en tal escala es profundamente conocida para la mayoría de nosotros, me incluyo.
Traté de traducir mi dolor en ayudar a otros. Como presentador de televisión y comentarista, me invitaron a organizar una serie de ayuntamientos destacando la crisis. A menudo me acompañaba Melania Trump, la primera dama, Jerome Adams, el cirujano general, o James Carroll, el director nacional de políticas de droga.
En estos ayuntamientos aprendí que muchos padres piensan que la adicción ataca solo a los hijos de otras personas. Se están engañando a sí mismos. Y les digo esto cada vez que tengo la oportunidad.
En cuanto a los niños, pueden quedar sorprendidos por la pérdida de un padre o una madre debido a la adicción, que ha destrozado comunidades en todo el país.
Habiendo perdido a mi único hijo y mejor amigo, tomé otro paso. Establecí la Fundación Eric Chase para advertir a padres de familia y motivar a los médicos, legisladores y otros para combatir la epidemia de opioides.
Sí, el ambiente político de hoy es desagradable. Sí, nos lavamos las manos de cómo los progresivos y conservadores se odian tanto unos a otros que ningún candidato, decisión legal, película, restaurante ni panadería está libre de controversia partidista.
Sin embargo he aquí un asunto unificador -he aquí una calamidad que nos puede golpear a cualquiera como un ladrillo que cae de un edificio. La crisis trae miseria y muerte a todas las razas, partidos, géneros, clases y religiones. He aquí un asesino no partidista, de igual oportunidad.
Por eso es que lo tenemos que combatir juntos. Aún podemos pelear por la inmigración y la impugnación, pero en este asunto nos tenemos que unir.
Hay algo de esperanza. El gobierno de Trump ha abordado la crisis, y con apoyo bipartidista, me alegra agregar. Unos 57 programas federales patrocinan casi US$ 11 mil millones dedicados a la prevención, el tratamiento y la recuperación, así como a la investigación, la justicia penal, la vigilancia de la salud y la reducción de la oferta.
Es un comienzo maravilloso, pero hay mucho más por hacer. No solo reaccionemos al sufrimiento actual. Castiguemos a los vendedores de drogas engañosos, establezcamos centros de tratamiento y limitemos la prescripción de analgésicos.
Mi opinión es que los estadounidenses pueden unirse para profundizar en esta crisis, directamente al tema central: cómo tratamos el dolor. El dolor es la reacción del cuerpo a una lesión, problemas crónicos y enfermedades. Todos son susceptibles al dolor de algún tipo. Es una experiencia humana unificadora.
Redoblemos nuestros esfuerzos para encontrar tratamientos para el dolor que no corran el riesgo de drogodependencia y adicción. Aprovechemos los recursos de investigación y diseño de la nación para producir remedios que pongan fin al dolor, no lo enmascaren.
En cuanto a mi dolor por mi pérdida y mi duelo, no creo que pueda haber alivio para eso. Solo trato de canalizar mis emociones en algo positivo. Espero que nuestras experiencias personales puedan conducir a un entendimiento compartido, y que nuestra nación dividida pueda unirse para poner fin a la epidemia de opioides y salvar vidas .