En estos días estuve en el Zoológico Santa Fe en Medellín. Bien cuidado, agradable e interesante. Me sorprendió ver varias clases de pequeñas ranas de distintos colores, bellísimas pero todas venenosas.
Pensaba, seriamente preocupado, en los sapos que nos vamos a tener que tragar si no lo impedimos. Sapos inmensos, llenos de veneno, pero no del que mata a los hombres sino un veneno que va a acabar con el país, con su democracia, con las instituciones, con el pueblo todo.
Si me pongo a enumerar todos esos sapos me paso del espacio dado para este comentario. Trataré apenas algunos de los más peligrosos, de los más apetecidos por los guerrilleros de las Farc y aceptados ya por Juanpa (como le gusta que le digamos).
El sapo del Congreso donde irán...