“Me parece que estoy tratando de contarte un sueño, haciendo un intento vano, porque ninguna relación de un sueño puede transmitir la sensación de sueño, esa mezcla de absurdo, sorpresa y desconcierto en un temblor de rebelión, esa noción de ser capturado por lo increíble que es la esencia misma de los sueños”. De “El corazón de la oscuridad” de Joseph Conrad.
Hoy hace 120 años se publicaba en Alemania el libro de Sigmund Freud, “La interpretación de los sueños”, otro de tantos intentos de resolver la milenaria inquietud de los humanos de darles significado a los sueños y a sus componentes. No creo que nadie sepa finalmente y con absoluta precisión qué sean los sueños. Si son mensajes del más allá para el más acá o manifestaciones en la superficie consciente de lo más recóndito de nosotros, como una erupción de la lava proveniente de las profundidades de nuestro interior, o simplemente son el subproducto residual de una especie de digestión de todo lo que el cerebro engulle durante el día.
Por lo borroso del asunto, es que muchos “timadores” seguirán quitándoles dinero a los incautos, supuestamente traduciéndoles sus sueños. Sin embargo, los peores timadores son aquellos que se aprovechan de los sueños de otros, entendido como sus aspiraciones; prometiendo con ficciones el cumplimiento de sueños colectivos, aunque realmente lo que buscan es cumplir su sueño propio, como llegar a cargos públicos, léase “alcaldías”, engrupiendo gente desesperada o ignorante que no tiene claro, y tampoco se pregunta, si esos magos de la cuarta o la bolchevique revolución saben cómo lo harán, si es legal y si hay plata con qué hacerlo. Con razón decía el filósofo Gilles Deleuze: “Si estás atrapado en el sueño del Otro, estás jodido”.
Esperemos que el cumplimiento del “sueño” de quien gobernará la ciudad, que saltó de partido en partido en una inconsistencia que hace ver a María Emma Mejía como la mata de la coherencia, y le tiró tomates a los que luego les agachó la cabeza para que lo aceptaran en sus partidos con el fin de volverse político, supuestamente “independiente”, pero de la coherencia, no convierta en una “pesadilla colectiva” una ciudad que a pesar de graves problemas aún no superados, no ha colapsado y sigue luchando por hacerlo mejor.
Pedro Calderón de la Barca decía que: “los sueños, sueños son”. ¿Será esta la clave para entender las eruditas y misteriosas declaraciones del próximo administrador de la ciudad cuando dijo que: “un medellinense es un medellinense...un medellinense es un medellinense”? En este punto de la lectura, imagínense unos 10 o 15 segundos de atónito silencio.
Que Morfeo, el dios de los sueños, nos proteja, pero especialmente a Empresas Públicas de Medellín, EPM, porque el que ha hecho muy feliz al “Señor de las bolsas plásticas” con su elección, considera que EPM en vez de venas tiene alcantarillas de corrupción, y su gerente es una rata hambrienta.