Por César Julio Gutiérrez Ochoa
Aunque en Colombia hemos sido poco dados a confrontar lo que dicen y hacen los políticos cuando están en el gobierno frente a lo que decían cuando estaban en la oposición, ya sí se ven más referencias a las contradicciones y mentiras, sobre todo por los ejercicios de memoria que se encuentran en las redes sociales. Pasa con todos los políticos. Para no ir más lejos, lo que decía Juan Manuel Santos antes de ser presidente, y lo que hizo en sus dos mandatos. O lo que decía el juicioso senador Duque frente a lo que hizo en el cuatrienio del amiguismo entre 2018 y 2022. Ahora revientan escándalos como el de la Aeronáutica Civil, que venía sancochándose desde su mandato, sin que los entonces responsables digan ni mu.
Con Gustavo Petro pasa una cosa particular, y es que hizo una oposición tan larga, tan inquisidora y moralista, que pueden encontrarse críticas suyas en todos los temas, contra todos los gobernantes, y cubriendo todo un espectro que nadie sabía cómo iba a controlar cuando ya fuera presidente. Pero lo particular es que a pesar de que se sacan sus contradicciones con las declaraciones del pasado, nada le pasa. No hay ni una sola consecuencia. Criticaba ferozmente el clientelismo, la “mermelada”, y ahora es su mayor promotor. Fustigaba la diplomacia de compadres y negociados, y ahora es su más entusiasta ejecutor. Censuraba las componendas politiqueras para aceitar la gobernabilidad, y ahora es el nuevo mejor amigo y aliado de los manzanillos. Condenaba la toma de todas las instancias de poder por parte del gobierno de turno, y hoy se afana en que sus compinches tengan bien controladas las cuerdas del mando y de las contrataciones.
Muchos votantes parecen cantarle aquel bolero “Miénteme más”. Y quedan tan felices cuando el embustero lo hace.