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De leyes y de encuestas

hace 7 horas
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Por Luis Guillermo Vélez Álvarez - opinion@elcolombiano.com.co

Cualquiera que pretenda ser defensor de la libertad debería someter todo proyecto de ley puesto a su consideración al siguiente test:

1. ¿Crea una nueva libertad o amplía una existente?

2. ¿Refuerza la autonomía y responsabilidad de las personas?

3. ¿Aumenta la libertad de empresa y la libertad de elegir del consumidor?

Basta con que se responda negativamente a una sola de esas preguntas para que el proyecto de ley o la ley en cuestión sea contraria a la libertad. En el caso de la ley que regula las encuestas electorales, aprobada casi clandestinamente por el Congreso y que está lista para sanción presidencial, la respuesta es negativa para las tres preguntas.

Esta ley, como la inmensa mayoría de las que se aprueban en el congreso colombiano y en todos los del mundo, está motivada por la creencia, prevaleciente entre los políticos de todas las tendencias, según la cual ellos conocen mejor que nadie, no solo lo que es el bien social sino también, el verdadero interés de las personas individualmente consideradas. La ley aparece en consecuencia como el medio idóneo para evitar que los individuos equivocados se hagan daño a sí mismos y, de contera, al conjunto social.

Ese incontenible afán de salvar a los individuos de los errores en los que pueda incurrir en ejercicio de su libertad ha llevado a una impresionante profusión de leyes cada vez más específicas en detrimento de las normas generales de comportamiento que deberían prevalecer en una sociedad libre.

Mas esta profusión de normas, que regulan la vida de los individuos desde la cuna a la tumba y condicionan la actividad empresarial, no es resultado exclusivo de la voluntad política ejercida de forma unilateral por los congresistas y los políticos en general, sino que responde a demandas de los más diversos grupos de interés que claman por la intervención del gobierno en todas las áreas de la vida económica y social. Uno de los grandes males producidos por el estado de bienestar es haber introducido en la mentalidad de las personas la creencia de que el estado existe para garantizarles el futuro y la felicidad y no para proveer el marco legal que permita a cada quien buscar su felicidad como la entiende y forjarse su futuro con su creatividad, su trabajo y su empeño.

Hayek ha señalado que no es lo mismo votar normas generales aplicables a todos los individuos que normas específicas que afectan solo a algunos de ellos y en determinadas circunstancias. Los votos sobre las primeras, sostiene Hayek, se basan en convicciones fuertes y duraderas mientras que los votos sobre las segundas obedecen a motivaciones circunstanciales dictadas por el interés electoral.

Es sabido – como afirman Brennan y Buchanan - que los políticos tienen intereses en común independientemente de su ideología. No sorprende por ello el proyecto de ley que regula las encuestas haya sido impulsado y apoyado por congresistas que representan diversas corrientes políticas. Evidentemente, ninguna de esas “corrientes” representó en ese caso las ideas de la libertad.

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