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La amenaza del igualitarismo

hace 5 horas
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  • La amenaza del igualitarismo
  • La amenaza del igualitarismo

Por Luis Guillermo Vélez Álvarez - opinion@elcolombiano.com.co

La ideología igualitarista es la mayor amenaza para la supervivencia de la sociedad libre pues la mayoría de las personas cree que la igualdad de rentas es un objetivo deseable y que las diferencias políticas se refieren a los medios para alcanzarla.

Las grandes revoluciones del siglo XX – la bolchevique y la china, principalmente - tuvieron como inspiración la teoría marxista de la explotación cuya falta de fundamento fue puesta en evidencia por la increíble capacidad productiva del capitalismo que hizo trizas la predicción según la cual su desarrollo conduciría inexorablemente a la proletarización de la mayoría de la población que terminaría sumida en la más espantosa miseria. El éxito económico del capitalismo liberal y el fracaso estruendoso de la planificación socialista han llevado a que los colectivistas erijan como fundamento de su accionar la lucha contra la desigualdad en lugar de la lucha contra la explotación.

El objetivo del colectivismo parasitario no es ya el control de los medios de producción sino el control de sus resultados. No se trata de acabar con el capitalismo sino de montar sobre sus espaldas un gigantesco aparato burocrático y asistencialista que, sin destruirlo plenamente, lo fagocita de suerte que la clase política que lo controla pueda vivir a sus anchas y las masas asistidas puedan malvivir en servidumbre de las migajas que reciben agradecidas del estado providente que controla sus vidas. No importa que ese capitalismo funcione a media marcha siempre que provea lo necesario para mantener la maquinaria represiva del estado y el lujo de sus controladores y garantizarles a las masas la atención de sus “necesidades básicas”, cuya naturaleza y amplitud define ese mismo estado.

La desigualdad surge de las diferencias naturales de los seres humanos y las instituciones de capitalismo parecen ser las más adecuadas para que esta se manifieste de la manera menos conflictiva y a la vez más provechosa para el conjunto de la humanidad. La implantación del igualitarismo económico absoluto destruiría los incentivos en los que se apoya la eficiencia del capitalismo y aplastaría la búsqueda individual de la felicidad como cada cual la entiende. Mientras subsista, el capitalismo enfrentará la acusación de producir desigualdad.

La fuerza productiva del capitalismo ha permitido la creación de un poderoso estado benefactor capaz de emplear millones de personas y de suplir con transferencias y subsidios las necesidades de muchas más. La gran aceptación social del burocratismo y el asistencialismo hace ver el proyecto igualitarista como mera extensión y profundización del estado benefactor volviéndolo admisible para personas que encuentran repudiable el socialismo.

Las ideas escolásticas sobre el precio justo y la justicia distributiva persisten en la mente de la gente común y en la de gran parte de las personas influyentes, incluidos capitalistas, empresarios, religiosos, economistas, historiadores, periodistas, escritores y, por supuesto, los políticos. Esa ideología medieval subyace en el discurso “políticamente correcto” de los organismos y entidades internacionales como OXFAM que periódicamente difunden estadísticas “aterradoras” sobre la desigual distribución del ingreso y la concentración de la riqueza.

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