Tengo la costumbre de visitar bibliotecas. Me gustan. En Medellín voy con frecuencia a los parques biblioteca. El de Guayabal es el que más frecuento. Me siento a leer, pensar y escribir con tranquilidad. Recuerdo al gran escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez evocando que, siendo niño, acostumbraba a ir a una biblioteca cercana a su casa para escapar de la realidad en que vivía. Huía del ruido, los olores y las incomodidades y se refugiaba a leer plácidamente. Esa es la magia de las bibliotecas.
Hace unas semanas me empecé a encontrar a Manolo en la entrada de la biblioteca en Guayabal. Cuando voy, siempre llego apenas abren y él generalmente ya está allí. A pesar de mi interés por su presencia, Manolo no me prestaba atención alguna. Una mirada...