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Por María Adelaida Saldarriaga
Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

La IA y la urgencia de poner límites al progreso

01 de noviembre de 2025
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  • La IA y la urgencia de poner límites al progreso
  • La IA y la urgencia de poner límites al progreso

Por María Adelaida Saldarriaga
Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

La carrera tecnológica más ambiciosa de la historia avanza sin freno. Entre el asombro y la advertencia, el desafío ya no es innovar más rápido, sino hacerlo con conciencia.

Aun sabiendo los riesgos, la carrera por el dominio de la inteligencia artificial (IA) no se detiene. Los gigantes tecnológicos —OpenAI, Google DeepMind, Anthropic, Meta o Baidu— compiten por desarrollar los modelos más potentes, los más capaces, los que prometen cambiarlo todo.... La promesa es inmensa: productividad sin precedentes, nuevos descubrimientos científicos, riqueza y poder. Pero también lo es el peligro de abrir, demasiado pronto, la caja de Pandora.

En los centros de innovación del mundo, las advertencias se multiplican. Expertos como Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, pioneros de la IA, han pedido públicamente una pausa para evaluar los riesgos éticos y sociales. Sin embargo, la lógica de la competencia global lo hace casi imposible. Si Estados Unidos frena, China avanza. Si Google duda, OpenAI lanza primero. Si una empresa decide actuar con cautela, otra aprovechará la oportunidad de mercado. Es la misma dinámica que impulsó la carrera nuclear: todos reconocen el riesgo, pero nadie se atreve a detenerse.

El problema no es solo tecnológico, sino de poder. Los grandes modelos de lenguaje y sistemas de IA generativa están concentrando una influencia inédita en manos de unas pocas corporaciones privadas. En la práctica, estas plataformas están convirtiéndose en el nuevo “sistema operativo” de la humanidad: una infraestructura invisible que mediará cómo trabajamos, aprendemos, decidimos y nos comunicamos. No es exagerado decir que quienes controlen esos sistemas ejercerán una forma de poder supranacional, con más alcance que muchos gobiernos.

En este contexto, la responsabilidad no puede recaer únicamente en quienes desarrollan la tecnología. Cada empresa, cada institución y cada ciudadano que adopta un modelo —sea GPT, Gemini, Claude o Copilot— está también eligiendo qué tipo de ecosistema quiere fortalecer. No se trata solo de comparar desempeño o costos, sino de preguntarnos qué valores, qué gobernanza y qué visión del mundo hay detrás de cada sistema.

Por eso, como tejido empresarial y social, debemos mirar más allá de la fascinación por la novedad. La adopción de la IA debe estar guiada por criterios de transparencia, seguridad y ética. No basta con aprovechar su potencial transformador; hay que hacerlo de manera responsable, con conciencia de sus implicaciones. La verdadera innovación será aquella que combine inteligencia con prudencia.

La historia nos ha mostrado que el progreso sin control puede volverse contra nosotros. Hoy tenemos la oportunidad —y la obligación— de no repetir ese error. La pregunta no es si la carrera seguirá, sino si seremos capaces de correrla sin perder de vista hacia dónde queremos..

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Por María Adelaida Saldarriaga
Comunicaciones.wic@womeninconnection.co

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