Matar ha estado en el centro de la guerra colombiana. Al igual que en otras guerras del mundo, en Colombia se recurrió al conteo de cuerpos como una forma de contabilizar los éxitos del esfuerzo bélico. Las bajas enemigas se registran en una especie de marcador mortal que, con precisión numérica, da cuenta de quién va ganando. Tristemente, no puedo hablar en pasado.
Para los espectadores, todo esto puede resultar normal, al fin y al cabo: la guerra es violenta, la guerra produce muertos y los mejores muertos son los del enemigo. Como todo se reduce a números y al lenguaje estéril de bajas o neutralizaciones, las muertes carecen de dolor y de tormento. El Ejército colombiano, como casi todos los ejércitos del mundo, adiestra a sus guerreros para...