Por Nicolás Osorio López
Universidad EAFIT
Facultad de Derecho, 10 semestre
nicolasosoriolopez@gmail.com
Los dos años de la presidencia de Iván Duque se han caracterizado por una fuerte puja entre el Ejecutivo y el Legislativo. El choque entre estas dos ramas del poder público se explica – en principio– en la política establecida por este gobierno buscando modificar la relación de estas dos ramas.
La dinámica vigente antes de la implementación de la mencionada política podía ilustrarse de siguiente manera: si el Ejecutivo quería materializar una de sus promesas de campaña o realizar alguna reforma de cierta magnitud, era necesario empezar a repartir lo que se ha conocido como la famosa mermelada. La mermelada no es nada diferente a que el Ejecutivo le entregue a los partidos puestos, cupos indicativos o, en el peor de los casos, contratos. Se convirtió en un mal necesario.
Si bien es un lugar común afirmar que es un objetivo deseable pretender acabar con esa perversa práctica, esta decisión ha afectado gravemente la gobernabilidad de Duque. No pretendo con esto atribuir todos los males que han golpeado el Gobierno al congreso, ya que hay otras situaciones que no les cabe otra denominación que un yerro del gobierno.
Con los eventos de los últimos meses, en especial la declaratoria de inexequibilidad de la Ley de Financiamiento, la renuncia del ministro Botero y los múltiples rumores de debates de control político con miras a una moción de censura al ministro Valencia y al canciller Holmes Trujillo, el presidente Duque se enfrenta a un dilema que puede marcar una tendencia para los años que le restan a este gobierno.
Si el presidente Duque decide ceder ante las presiones del Congreso y empezar a repartir mermelada, sin duda sus indicadores de gobernabilidad mejoraran, podrá sacar a delante el nuevo trámite al texto de la Ley de Financiamiento y se crearía un mejor ambiente para el trámite de la reforma pensional que ya se encuentra anunciada para el otro año.
No obstante, esto dejaría claro dos cosas: 1. En este país no es posible gobernar sin mermelada. 2. El Ejecutivo entregó al Legislativo, y quien gobernaría sería el Congreso.
Por el otro lado, el presidente Duque podría mantenerse firme en su posición de no mermelada. Duque sería conocido como aquel presidente que se hundió siguiendo sus convicciones, a pesar de no lograr nada, por culpa de las dinámicas de la política colombiana.
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