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Ernesto Ochoa Moreno
Columnista

Ernesto Ochoa Moreno

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“Mi compadre”, un gran reportaje

Por ERNESTO OCHOA moreno

ochoaernesto18@gmail.com

Fernando González nació el 24 de abril de 1895 y me toma esta fecha, 124 años después, metido en la relectura y estudio de su libro “Mi compadre”. Es una original semblanza del dictador venezolano Juan Vicente Gómez, muerto en 1935, de quien se ha dicho, como lo hemos mencionado en una columna anterior, que ejerció una fascinación en el escritor envigadeño que muchos han calificado de síndrome de Siracusa. De lo que ya también hemos hablado.

Yo creo que sí adoleció el escritor antioqueño de este síndrome. Espoleado por su admiración por Bolívar, como máximo exponente del hombre suramericano, Fernando creyó rastrear en Juan Vicente Gómez, el “brujo de los Andes”, una promesa del Gran Mulato, ese hombre de nuestro continente (mezcla genética de indio 45 %, blanco 45 % y negro 10 %) que nos daría personalidad, autonomía y destino histórico. Y para comprobarlo acompañó al tirano de Venezuela “in situ” entre septiembre de 1931 y enero de 1932. A la postre Gómez no dejó circular en su país el libro, escrito en Marsella (Francia) y publicado en Barcelona en 1934, un año antes de que muriera el dictador.

“Mi compadre” es, como ya lo he dicho, una obra utilísima para entender a Venezuela, su trayectoria de caudillismos y dictaduras y su deplorable descarrío actual con Chávez y Maduro. Con razón González Ochoa dice en su libro que todo venezolano es un dictador, y el país de Juan Vicente “una leonera con el domador adentro, siendo él mismo “un ángel y una tigra parida”.

¿Qué es “Mi compadre”? ¿Una biografía con el método emotivo, inaugurado por el escritor colombiano? ¿Un estudio sociológico, un ensayo histórico? Yo me atrevería a decir, aunque puede sonar peregrino, que es un gran reportaje, un reportaje en profundidad, con lo que estas denominaciones significan en el periodismo moderno. Lo cual apoya mi idea de que aún están por estudiarse los aportes que el solitario de Otraparte hizo al periodismo colombiano, tanto en sus libros como en la “Revista Antioquia” (1936-1945), su personalísima aventura editorial y periodística.

Fernando González, el “hombre de las libretas”, como lo llamaban en Caracas, (eso somos los periodistas: hombres de libretas) se dedicó a tomar apuntes mientras seguía los pasos de Juan Vicente, se metía entre sus amigos y sus enemigos, los retrataba a él y a ellos, hablaba con la gente de Venezuela, olfateaba sus días y sus noches, fisgoneaba los pecados y virtudes del dictador y de su corte de paniaguados. Y escribió un fascinante reportaje.

El periodismo en Fernando González está por estudiarse. Alberto Aguirre dejó trazos e insinuaciones en la bellísima introducción a la edición que de la mencionada “Revista Antioquia”, hizo la Alma Mater en 1997. Pero todavía nadie le ha metido el diente al tema de manera sistemática

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