Se acabó el año. Así, cumpliendo con ese acuerdo tácito de que nada importante debe pasar entre el 24 y el 31 de diciembre, esta semana dedico esta columna a temas más ociosos. Por si le hacía falta algo para leer en estos días de descanso, aquí comparto los que han sido mis libros favoritos de este año.
Arranco con un “Un verdor terrible”, de Benjamín Labatut, que se gana con holgura el puesto como mi libro favorito de este año. Es un conjunto de relatos sobre la historia de los protagonistas de algunos de los principales descubrimientos científicos del siglo XX, donde a medida que se entra en detalle se empieza a confundir la realidad con la ficción. Es una “obra de ficción basada en hechos reales”, según dice su autor, donde se vuelve difícil trazar las líneas. Su primer capítulo –40 páginas fascinantes donde se entrelaza la historia química del cianuro desde sus orígenes en la alquimia como un derivado del pigmento azul de Prusia hasta su rol en la Alemania nazi, armas químicas y el desarrollo de pesticidas– es lo mejor que he leído en muchos años.
Siento que descubrí un tesoro leyendo “Líbranos del bien”, una novela de Alonso Sánchez Baute que relata la historia de Valledupar a través de la vida de dos vecinos de infancia, Rodrigo Pupo Tovar y Ricardo Palmera, quienes luego serían conocidos como Simón Trinidad y Jorge 40. Es uno de los enfoques más interesantes que he leído sobre la historia de Colombia. No sé por qué no es un libro más conocido.
Me sorprendió gratamente “Misión económica: una guía para cambiar el capitalismo”, un libro de Mariana Mazzucato, la economista favorita de Petro. Lo empecé a leer con muchos prejuicios, pero debo aceptar que comulgo con la mayoría de los planteamientos de la autora. Las lecciones que saca Mazzucato sobre la historia de la misión a la Luna son más que pertinentes. Cuando Petro y su círculo hablan sobre Mazzucato, queda uno sin entender a cuál Mazzucato leyeron. Si usted es escéptico al igual que yo, recomiendo leerlo.
Decidí leer “Ñamérica” después de haber estado en una charla cautivadora de Martín Caparrós en el Hay Festival de Jericó. Su libro –una serie de crónicas sobre las principales ciudades de Latinoamérica– no decepciona. Aunque algo pretencioso, el autor logra salirse de muchos de los clichés con los que despectivamente suele hablarse de nuestra región. Su crónica sobre los cholets en El Alto, Bolivia –una región con una cultura totalmente aislada del resto del mundo– es verdaderamente alucinante. Largo, pero recomendado.
Me leí “Magdalena”, de Wade Davis, en menos de 24 horas durante Semana Santa, totalmente absorbido. La historia del río Magdalena es la historia del país, y Davis logra relatarla de forma excepcional, mejor que cualquier local.
“Don Mirócletes”, de Fernando González, envejeció de maravilla 90 años después de su publicación. Es lo mejor que he leído del “brujo de Otraparte”. González se burla de una Antioquia y una Suramérica que, fácilmente, podrían ser las de hoy.
“No Filter”, de Sarah Frier, es un libro sobre la historia de Instagram que termina siendo un libro sobre las decisiones de negocio que al final moldearon las redes sociales que hoy dominan nuestro día a día. Un historia cercana que, aunque en este mundo cambiante ya parezca lejana, no deja de ser pertinente