“Esta cosa extraña de cargar a las montañas en el maletín/ este amor sencillo que me cabe en el bolsillo de cualquier bluyín/ este largo cuento cuyo pálido argumento son las flores de Caín/ sepa Dalai-Lama que se llama Medellín”. (Medellín, Pala).
Si algo nos cuesta a los habitantes de este valle es descifrar el amor que le profesamos y que raya con la locura: ¿cómo amar aquello que nos atraca, cohíbe, prohíbe, mata, subyuga con rezos, arranca libertades a través del miedo, y deshonra el legado de los abuelos? ¿Cómo no amar aquello que nos abraza al pasado, recibe el amanecer entre la imponencia de la cordillera, nos abruma con su capacidad de restaurarse a pesar de los golpes... y nos duele en las entrañas cuando estamos lejos?
¿Cómo permanecer...