Me llama la atención que hoy ocurran tantas cosas tan absurdas como perjudiciales para los hijos sin que haya una protesta enérgica de parte de los padres de familia, ni de los educadores, ni de las autoridades y que por eso no se eviten hechos o conductas que pueden ser perjudiciales para su integridad física o moral.
Varias veces he recibido mensajes de algunos padres comentándome sobre lo que ocurre en las fiestas, en las discotecas, en las piyamadas o en las “juntas” que organizan los muchachos, así como en los viajes o paseos que hacen, acompañados por unos pocos adultos que, por lo general, no tienen la autoridad para ponerles límites. Y siempre me pregunto ¿en dónde están los adultos con el poder de mando para contener a quienes no tienen...