x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

No sufrir compañía

Desde aquí podríamos entender por qué somos como somos, por qué todavía el libro no es una buena compañía por estos lados donde abunda el ruido impertinente, donde nos cuesta tanto nuestra propia presencia.

06 de octubre de 2023
bookmark
  • No sufrir compañía

Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com

En estos tiempos, de ruido tan diverso, he vuelto sobre un libro que me da algo de sosiego: No sufrir compañía, escritos místicos sobre el silencio, de Ramón Andrés, un escritor español que ha escrito artículos bellísimos sobre música y literatura. Y digo pertinente porque si algo se respira en momentos políticos tan vacuos, es ansiedad, es movimiento, es ignorancia, es irrespeto, es la angustia de que el tiempo no alcanzará, pero, sobre todo, hay tanta bulla en todas partes.

En nuestra sociedad damos por sentado que el ruido es sinónimo de alegría. Si no hay música a todo volumen, algunos piensan, no se puede pasar bueno. Pasan las chivas con su bullaranga, van los buses cargados de emisoras gritonas, aprenden los vecinos a dormir atiborrados de escándalos, “desde septiembre se escucha diciembreeee”, como si fuera la gran cosa. El ruido está inmerso en la cotidianidad de Medellín, y eso es terrible.

Abro el libro de Ramón Andrés y leo una frase de san Buenaventura: “El hombre cuando calla piensa en sus caminos”. ¿En qué pensamos con estas elecciones que se avecinan?, ¿cuáles son los pensamientos que nos acompañan en estos últimos meses del año? En lo absurdo que se volvió la política, en las mentiras que se dicen, en los ataques, en el enorme ruido que hace la ignorancia, en las posibilidades, en que ojalá algún día aprendamos a escuchar mejor para que no nos engañen tanto, y que el otro año nos depare alguna fortuna, ya es hora después de tanto desprecio y abandono. Por eso me parece pertinente guardar silencio y reflexionar.

Es admirable que entre los egipcios el silencio fuera considerado una condición preceptiva para todo aquel que deseara purificarse. Anteriormente, los monjes se retiraban al desierto a guardar silencio, luego, esa figura cambió por la celda, un espacio privado destinado a “no sufrir compañía”. Del mismo modo, cabe pensar que el libro era y es, a la vez receptáculo, una forma de derecho al silencio. “Leer a solas favorece un ejercicio de asimilación de la memoria, aunque también un diálogo con lo que ‘no está’”. Desde aquí podríamos entender por qué somos como somos, por qué todavía el libro no es una buena compañía por estos lados donde abunda el ruido impertinente, donde nos cuesta tanto nuestra propia presencia.

Valdría la pena pensar en estos tiempos qué significa para cada uno de nosotros el silencio, un mundo en el cual, como diría Plotino, hay un montón de exageraciones bellas: “Mirar, callar, contemplar el escenario donde fue retenida la palabra de los dioses, el paisaje en el que nada puede ser dicho porque, de resonar una voz, alejaría la divinidad”. No creo que sea necesario agregar nada más.

Sigue leyendo

Te puede Interesar

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD