Si hay algo que le haya hecho daño a la sociedad colombiana, es esa creencia errática y destructiva de que todo vale, de que para conseguir un fin no importa el medio. En un informe anual entregado por Transparencia Internacional que mide qué tanta corrupción hay en cada país –donde 0 es totalmente corrupto y 100 nada corrupto-, Colombia ocupó este año el deshonroso puesto 90 entre 176 países evaluados. Peor aún, descendimos 6 posiciones frente a la evaluación del año anterior.
Cuando nos preguntamos por qué en este país tenemos índices de abstención cercanos al 70 %, la respuesta es clara: el divorcio entre la ética y el ejercicio de lo público ha hecho que los ciudadanos pierdan su confianza en la política. Un país sin instituciones sólidas...