Nos invade la falsa información. No hay día en que no relampaguee un escándalo montado de modo artificioso. Todo se caricaturiza, es decir, se exagera en sus dimensiones más ridículas. La extravagancia, así, hace desaparecer el panorama ponderado.
Las caricaturas son una bendición. Son un salivazo en la cara del poder. Han cumplido el papel del niño que descubrió la desnudez del rey. Pero se salen de madre cuando por sistema pescan rasgos insignificantes del rey para presentarlos como la esencia misma del monarca.
El grito del niño “¡está desnudo!” abrió los ojos de las multitudes atemorizadas porque en efecto el tirano no tenía ropas. El sarcasmo es eficaz cuando no se divorcia de la verdad. La verdad sumada al humor es invencible. Por eso el...