El escritor Leonardo Sciascia, un ícono de la cultural siciliana y autor de grandes novelas como El día de la Lechuza, estaba muy enfermo, pasando sus últimos días en su apartamento en Palermo. El acalde Leoluca Orlando le pidió una cita. En el pasado los dos habían tenido duros desacuerdos. De hecho, en una editorial Sciascia había acusado a Orlando y a los fiscales Giovanni Falcone y Paolo Borsellino de ser unos “profesionales de la antimafia”, o sea de hacer carrera dentro de la política y de la justicia en nombre de la antimafia. La frase del escritor fue utilizada por “los amigos de los amigos” para promover una campaña difamatoria en contra del alcalde de Palermo y de los fiscales. Fue un periodo peligroso y difícil para quienes estaban exponiendo su vida para luchar contra la Cosa Nostra.
En aquella tarde, Leoluca Orlando y Leonardo Sciascia se reconciliaron como personas, pero el alcalde y el escritor reafirmaron también sus posiciones. Le dijo Leoluca Orlando a Sciascia, “profesor, hay la crónica y existe la historia. En la crónica estuvimos separados, nos encontramos en posiciones opuestas e irreconciliables. Pero usted está en la historia, y yo, por eso le traigo mi afecto y la estima de la ciudad”. Al salir de la casa del escritor, el alcalde se acordó de la frase que el mismo Leonardo Sciascia le dijo al ser elegido alcalde, “estimado alcalde, no se olvide de ser siempre la oposición de sí mismo”. Fue una invitación a la autocrítica, a utilizar de manera consciente palabras y gestos. Fue un llamado a la responsabilidad.
Me acordé de las palabras del icónico escritor siciliano al leer las crónicas de las manifestaciones en Medellín, donde el resentimiento social se ha revelado con excesos que no se habían visto en la historia reciente de la ciudad. Pero si queremos construir una sociedad más justa, no es suficiente señalar con el dedo al otro. También hay que mirarse adentro, dirigiendo el dedo también hacia uno mismo. El movimiento de protesta tiene que preguntarse cómo controlar las acciones de sus alas más radicales, que con sus acciones terminan deslegitimando sus peticiones genuinas. El Gobierno, y en particular el presidente Duque, tiene que preguntarse por qué no logra escuchar y entender los reclamos de los manifestantes. El empresariado también se tiene que preguntar cuáles practicas tiene que cambiar para crear empresas más conscientes. Los medios tienen que preguntarse si están utilizando las palabras de manera consciente, ayudando a entender las realidades que hay detrás de las marchas. Pienso que se necesita hoy una asunción colectiva de responsabilidad, entendiendo que cada uno tiene un papel importante en la construcción del cambio necesario.
Por eso tenemos que recordarnos que no estamos solamente en la crónica; también estamos en la historia. Hacer historia hoy requiere elevar nuestro estado de conciencia. Nos pide pasar de la confrontación a la co-creación; que es crear juntos una visión de país compartida, construida desde las diferencias, para generar niveles más altos de unidad. Eso requiere humildad. Eso requiere la práctica de ser la oposición de sí mismo.