De vez en cuando el hombre se enfrenta a sí mismo. Y no lo digo en el sentido más espiritual, en esa condición casi confesa de expurgar las culpas detrás de la conciencia, sino en el más puro sentido material de la expresión.
Las buenas brigadas de aseo empiezan de repente, sin cita previa. Incluso muchas veces se cometen cuando más deberes se tienen, porque es común pensar que entre más despejados estén los espacios más fácil y puras nacen las ideas. Vicente Quirarte recuerda en su libro “Enseres para sobrevivir en la ciudad” que Alfonso Reyes declaraba que escribir era una forma de limpiar de papeles su escritorio, tarea que no hubiera consumado plenamente de no haber contado con la fidelidad de un cesto.
Es así como se abre la puerta del clóset,...