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Historias de locos bajitos (65)

El cura me preguntó la edad y le contesté que 12 años.Me tranquilizó y me aseguró que sentir lo que yo le contaba no era pecado y que nunca me volviera a confesar por eso. Desde entonces nunca volví a confesarme.

hace 2 horas
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  • Historias de locos bajitos (65)

Por Óscar Domínguez Giraldo - oscardominguezg@outlook.com

Lo saben hasta el papa de Roma y el tendero de la esquina: los niños siempre tienen la razón de la sinrazón. Por eso les cedo los trastos para que ejerzan la irreverencia, la ironía, el humor, la poesía:

La primera película que vi fue de vaqueros. Me enamoré del pistolero protagonista y me imaginaba los abrazos y besos que me daría. Muy preocupada fui adonde el párroco a confesarme de mis malos pensamientos. El cura me preguntó la edad y le contesté que 12 años.

Me tranquilizó y me aseguró que sentir lo que yo le contaba no era pecado y que nunca me volviera a confesar por eso. Desde entonces nunca volví a confesarme. (Historia contada por la poeta María Elena Quintero, viuda del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, a quien esta noche el Ballet Folklórico de Antioquia honrará en el teatro Pablo Tobón Uribe con la obra “Arenas” del director venezolano Yanis Pikieris, quien hace 15 años visitó el taller del maestro en La Tablaza. Allí se le prendió bombillo. Cuando María Elena se enteró por las redes de que su rasputinesco marido se volvería ballet compró boletas para ella y sus dos hijos).

Petición de Amelia, de 3 años, a su abuela cuando van a misa: “Malala, cuando hagan la fila para el dulcecito -la Comunión- me llevas.”

El silencio es lo que queda en el bosque cuando el pájaro se calla (Respuesta de un niño al profesor que le pidió definir el silencio).

De regreso a casa, Mariana le comenta a su mami que se divirtió en la guardería y que había jugado con “Nosequién”. Averiguando constató que se refería a Ezequiel.

Lucas acompaña a sus padres a todas partes. En un viaje a Grecia y Turquía, al cuarto día tiró la toalla: “No quiero seguir viendo cosas viejas y feas”.

Pregunta Manuela: Mami, ¿por dentro del ombligo que queda? Una noche mi nieta me preguntó: “Abu, y dónde está el día?”. Y luego me hizo otra pregunta corchadora: “¿Para dónde se va el día cuando se va?”. Otro pequeñín dio esta certera definición: La noche es todo lo que no cabe en el día.

De niña, María Isabel se comía la punta de los libros. Decía que era su forma de leerlos. Su abuela pagaba los libros “leídos”.

Mi hija de 6 años me hizo esta pregunta: ¿Por qué hablamos del buen Dios? A lo que le contesté: Hace unas semanas tenías sarampión y ahora el buen Dios te ha curado. Pero la niña no quedó muy contenta y replicó: Muy bien, papá, pero no te olvides de que primero él me envió el sarampión. (Víctor E. Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido”).

Abuela, no me voy a confirmar. Dios no existe: ¿Por qué se llevó a mi mamá?

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