Nos prometieron “la paz” y la tal paz no aparece por ningún lado. Por un lado, porque el pacto con las Farc contiene un conjunto de incentivos perversos al narcotráfico y la historia de Colombia muestra que el narcotráfico es el motor del conflicto y la gasolina de la violencia. Entre más alto es el número de hectáreas de narcocultivos, mayor es el ingreso y el poder de los grupos criminales involucrados en el negocio y, por tanto, mayor es su capacidad de delinquir y de matar. Por el otro, porque en paralelo el gobierno de Santos no ha hecho otra cosa que afectar de manera negativa la capacidad de acción de la Fuerza Pública.
Los incentivos perversos al narcotráfico empezaron durante la negociación. Primero, y por solicitud de las Farc, el gobierno...