Hacer la paz no es firmar un papel. Para nuestros mayores lo que era importante y tenía valor era la palabra, no los documentos ni las firmas. En nuestros días, desafortunadamente, la palabra ya no es compromiso sino verborrea inútil. Lo que necesitamos es una palabra que implique compromisos reales.
La paz es un mundo de realidades y no de sueños. Paz es poder vivir y trabajar con esa tranquilidad y mínima zozobra con que viven la mayoría de los países normales del mundo. Paz es poder ir a la escuela y al trabajo diario sin el temor de caer en un campo minado o ser secuestrado, violentado o amenazado. Paz no es ausencia de conflictos o de disensos, pero sí de todas aquellas manifestaciones de violencia que impiden el normal desarrollo de la...