Es fácil perder la esperanza, decir que ya no más, que todo ha sido suficiente: caminar, toparse con las mismas decepciones, volver a empezar a escribir sobre una página con más tachones que frases. ¿Para qué seguir intentándolo? Por más que hagas nada valdrá la pena, no es fácil entender el ritmo de los pasos, el compás de las ideas, de las dudas, de la angustia.
Uno se detiene y piensa, es fácil perder la esperanza si después de mucho caminar por la misma calle que lleva al mismo lugar, las personas quieren seguir siendo las mismas. Una persona que no cambia es terrible, es una máscara perpetua en el disfraz de una ciudad perpetua.
Es fácil perder la esperanza si abres el periódico, pero si no lo abres, es como si ya la hubieras perdido. Abrir...