Recientemente han reaparecido en la agenda algunos asuntos espinosos que traté de abordar hace años. Así que, si me repito a mí mismo, no será del todo mi culpa.
La primera cuestión se refiere al puñado de escuelas italianas que en años recientes han decidido no montar un nacimiento por temor ofender a los alumnos de origen no cristiano. Mi padre, que no era creyente, solía pasar muchas noches en tiempo de Navidad montando espléndidas escenas de la Natividad, simplemente porque se sentía vinculado con la tradición. ¿Tiene sentido, entonces, impedir que los niños que sí creen participen en esa misma tradición en la escuela?
Bueno, el hecho mismo de que muchas escuelas de Italia cuenten con un alumnado diverso nos da una excelente solución para...