Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Debe ser que, como buen socialista, considera que la Fiscalía trabaja para el Gobierno en vez de para el Estado. Un error muy frecuente entre quienes no respetan la democracia y se creen por encima del bien y del mal.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
Cinco días dan para mucho. Más aún si uno se encuentra rodeado de buenos amigos colombianos. Allá, por la ruta del humo y del incienso, lejos de casa, descubriendo una vez más que todos somos muy parecidos al margen del color de la piel y de los credos, esta pequeña familia viajera descubrió los tesoros nabateos en Al-Aula y la inmensa hospitalidad saudí, presente en las calles y los comercios, no sólo en los hoteles de cinco estrellas que uno ni imagina que existen. Y allá, en Arabia, donde está aconteciendo una de las transformaciones más vertiginosas de la historia, donde las mujeres comienzan a ganar terreno y ya es habitual verlas llegar en coche a sus trabajos, y donde quedan aún muchas libertades por conquistar, este pequeño grupo de amigos colombianos, periodistas todos como un servidor, coincidieron en que Gustavo Petro ha perdido la confianza a diestra y siniestra.
Cuanto más se dedica el presidente a disparar a discreción contra todos los que se emperran en llevarle la contraria, más apoyos pierde. Ahora le ha tocado el turno al fiscal general, Francisco Barbosa, a quien Petro ha acusado de dar un “golpe contra la Constitución”. Todo por la solicitud a la Comisión de Acusaciones de la Cámara y a otros organismos para que se indague la financiación de su campaña electoral del todavía presidente en 2022.
En vez de respetar la división de poderes, como siempre ha reclamado Petro, ahora que detenta el poder, se ha pasado los principios por “salva sea la parte” para arremeter contra la Justicia. Debe ser que, como el presidente en funciones de España, Pedro Sánchez, y como buen socialista, considera que la Fiscalía trabaja para el Gobierno en vez de para el Estado. Un error muy frecuente entre quienes no respetan la democracia y se creen por encima del bien y del mal. Hablamos pues de esos nuevos ricos que espetan ante cualquier disputa aquello de “usted no sabe con quién está hablando”.
Todo por el presunto ingreso de dinero no declarado a su campaña presidencial vía Nicolás Petro Burgos, su hijo mal que le pese, procesado por lavado de activos y enriquecimiento ilícito.
“El fiscal general compulsa copias contra mí, basado en un interrogatorio no legal en donde el interrogador de su entidad hace preguntas sobre mí, cuestión que es un verdadero golpe contra la Constitución, dado que yo soy un aforado, como senador en ese entonces y como presidente ahora”, manifestó Petro.
¡Toma ya! Petro, el hombre del pueblo, tirando de privilegios para saltarse el escrutinio de la Justicia. ¡“Nombre”, presidente! Así, es normal que entre estos amigos de la prensa colombiana no quede ni uno que lo defienda, incluso entre los que cometieron la temeridad, por inexperiencia o insensatez, de apoyarlo en las urnas.
Pero no todo queda aquí. A Petro le molesta incluso que la Prensa indague y se publiquen los vídeos en los que la Fiscalía interroga al primogénito, revelando que su padre sí sabía del supuesto dinero irregular que entró en la campaña. Para más inri, Petro alega que, en cualquier caso, es un hecho que “se realiza cinco meses antes de comenzar mi campaña, es decir, que no está cobijado por la ley electoral de campañas”. Por lo visto ahora para Petro la honradez o la inmoralidad es una cuestión de plazos.
Como siga así, señor presidente, no se come el turrón en Navidades.