“No fue tan grave como se vio. No soy ningún asesino”, dijo Fabián Enrique Vargas luego de entregarse voluntariamente a las autoridades que lo buscaban.
Este tipo se hizo famoso durante los disturbios que se presentaron en las marchas del Día del Trabajo en Bogotá. Escondido bajo una capucha y con la frialdad de un asesino a sueldo, sacó un arma, les apuntó y les disparó a los agentes del Esmad. Todo quedó registrado en video.
No quedaba duda de que estábamos frente a un atarván, fiel reflejo de lo violentos e intolerantes que pueden llegar a ser los colombianos. Pero, relax, no pasó nada importante. El arma con la que Vargas apuntó a los policías resultó ser de fogueo. Un revólver de juguete, tan inofensivo como una pistolita de agua. Por eso,...