Tomás Moro (1477-1535), canciller de Enrique VIII de Inglaterra, fue un político. Y un santo. La santidad lo llevó a la política, y la política a la santidad. Distintivo, la armonía.
Santidad es armonía. El hombre que hace de la armonía su razón de ser, avanza por el camino de la santidad. Dios es la armonía perfecta, la política perfecta, la santidad perfecta. Donde armonizan política y santidad, la presencia divina determina todo.
El hombre que cuenta con Dios, es el orante por excelencia. Dios en mí, yo en él. En mi lugar de partida está Dios, Dios es mi compañero de camino, Dios me espera en mi punto de llegada. Dios, el amigo siempre fiel.
Por contar siempre con Dios, Tomás miró la muerte de frente. La voz de la conciencia le indicaba con...