En el próximo mes de octubre se realizarán las elecciones para gobernadores, alcaldes y alcalde de la capital de la República. Pero no es una elección regional más. Es una elección cargada de significados políticos diversos; son unas elecciones adicionalmente realizadas en un contexto de restricción presupuestal asociada a la caída de precios del petróleo y lo que eso implica en términos de reducción de regalías para los territorios y sus planes de inversión.
En primer lugar, los Gobernadores y alcaldes que se elijan en octubre próximo van a ser los encargados de iniciar la implementación de los Acuerdos entre el Gobierno y las Farc y eventualmente con el ELN y en esa medida no deberían ser gobernantes regionales o locales cualesquiera. Se trata de gobernantes que se identifiquen con la importancia de los acuerdos para el desarrollo y la transformación de sus regiones y en esa medida quienes van a darle materialidad territorial a una serie de acuerdos que por el momento son relativamente abstractos; es inevitable entonces que el tema del apoyo o no a las conversaciones para terminar el conflicto armado estará en el centro de la decisión de los electores. Será una especie de segundo plebiscito de apoyo a las conversaciones para terminar el conflicto armado.
En segundo lugar, serán unas especies de primarias presidenciales para las elecciones de 2018, porque no solo se medirán fuerzas entre los distintos partidos políticos -lo más parecido a estas elecciones fueron las de congresistas de 2014 en las cuales el ganador fue el Partido de la U, seguido de los partidos Conservador y Liberal- y al interior de los partidos entre las tendencias que apoyen a uno u otro pre-candidato presidencial, por ejemplo en el Partido Conservador es probable que estén presentes como precandidatos, además del senador Hernán Andrade, Martha Lucía Ramirez, sino se lanza como candidata a la Alcaldía de Bogotá, como pareciera y el Procurador Alejandro Ordóñez una vez concluya su mandato el próximo año. Algo similar sucederá en el Partido Liberal que ya anunció que tendrá candidato presidencial, aunque todavía no suenen nombres, pero seguramente dirigentes como Juan Manuel Galán, Simón Gaviria, el gobernador Alan Jara y el mismo Juan Fernando Cristo pueden estar en la palestra. En el Partido de la U se ha mencionado como posible candidato presidencial al actual ministro de Defensa, pero no serían descartables otros nombres. En el Polo Democrático igual, ya el senador Jorge Robledo ha dicho que acepta ser candidato presidencial y saldrán otros; muy seguramente en el Partido Verde la senadora Claudia López haga una primera experiencia en esa dirección. Esto sin olvidar nombres como el del gobernador Sergio Fajardo que para muchos es una buena y viable opción presidencial. En el Centro Democrático es probable que se repita la opción de Oscar Iván Zuluaga y para posicionarse deben tener buenos resultados en las elecciones regionales.
En tercer lugar, mostrará la solidez de las coaliciones políticas existentes y/o la reconfiguración que se espera. En ese sentido es paradójico que la coalición de gobierno llamada la ‘Unidad Nacional’, parece ser bastante frágil por el momento; debería ser una coalición que presentará candidatos unitarios en las diferentes circunscripciones, pero parece que eso será más la excepción que la regla. Es más, el Partido Liberal ya anunció candidato presidencial propio e igual lo hizo el Partido de la U, mandándole de esta forma el mensaje al vicepresidente Germán Vargas Lleras que no la va tener fácil; hoy día tiene más dificultades su hipotética candidatura que aspectos a favor -incluso varios se preguntan si tiene posibilidad un Vicepresidente que no dice nada frente al tema central de la elección que será la implementación de los acuerdos con la guerrilla-. Lo más probable es que si el Vicepresidente aspira a ser un candidato presidencial viable va a tener que llegar a acuerdos, a través de su partido político Cambio Radical, con sus socios de coalición en estas elecciones regionales, propiciando y apoyando candidatos de la coalición como en el caso de Bogotá y otras capitales y sino es probable que surjan nuevas coaliciones con mayores opciones de suceder a Juan Manuel Santos.
Es decir que tendremos unas elecciones territoriales, todo menos aburridas y con la certeza que las mismas pueden empezar a marcar caminos hacia el debate presidencial de 2018.