La guerra es virus invasivo. No solo infesta los territorios del ganado, pastos, minas, ríos, siembras, bosques, es decir la ruralidad. También copa las ciudades, no en forma de estallidos y masacres, sino como gusano en los cerebros de la población.
Esta segunda propagación de la guerra es la más incisiva y cruel. Es que los ataques y la mortandad en los campos se acaban con la firma de los acuerdos de paz. De hecho, se han casi acabado desde mucho antes.
En cambio, la discordia esparcida por el ánimo de los habitantes del país en guerra prolongada no tiene negociación en La Habana ni en ninguna mesa de plenipotenciarios.
Es un cáncer o una enfermedad mental con ramificaciones en los órganos donde antes tenían lugar la serenidad, la alegría, la...