Nadie está exento de equivocarse, pero persistir en el error te aleja del justo perdón. Desde que se inició el infame proceso de impunidad extorsiva con un cartel narcoterrorista, señalé que todos queremos la paz, pero el asunto era cómo se obtendría, cuál era el costo y los medios para obtenerla. Repetí que el proceso había sido “pésimamente diseñado, indignamente ejecutado, inoportuno, peligroso y que podría generar más violencia de la que supuestamente quería evitar”, y hoy es evidente que no estaba errado.
Los aliados de ese penoso acuerdo, unos por complicidad y otros por ingenuidad, no saben ahora qué mentiras decir, como las ridiculeces del mininterior, y no menciono al mindefensa porque seguimos esperando que se posesione, pero a ellos...